Fray Paulo López o.s.a. realizó conferencia “Reflexionando sobre la buena muerte” en el Salón Blanco del Arzobispado a agentes pastorales de la arquidiócesis. Desarrolló temas como la concepción de muerte, el dolor y sobre qué se considera eutanasia para la Iglesia, aclarando mitos.
¿Cómo quiero vivir? ¿Cómo quiero morir? Son dos preguntas simples, con respuestas complejas y que muchas veces las familias se niegan a conversar. Pero, es relevante darse un tiempo para hablarlo. «La reflexión que yo haga de mi propia muerte, con las personas que para mí son importantes es fundamental porque si nadie supo cómo yo quería morir y llegué a un momento donde perdí conciencia, no dignidad sino conciencia, qué va a pasar conmigo. Hay que asumir el sufrimiento o el dolor como parte de la experiencia de la vida», planteó fray Paulo López o.s.a., presbítero de la Orden de San Agustín, doctor en Teología Moral con mención en Bioética, profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica y académico del Centro de Bioética UC en la conferencia «Reflexionando sobre la buena muerte», que dictó el pasado 14 de octubre en la Sede Arzobispal. Dicha actividad fue organizada por la Delegación para la Pastoral Familiar con el objetivo «de formar agentes pastorales, agentes multiplicadores», dice el delegado José Manuel Borgoño. Por eso queremos que manejen la información «para que puedan atender debidamente estos delicados y complicados temas, que no son tan sencillos y que es importantísimo defenderlos, tener claridad de qué nuestra fe habla de esto».
El Papa Francisco ha dicho que «pensar en la muerte no es una fantasía mala, es una realidad. Si es mala o no depende de mí, como yo la pienso, pero que será una realidad es así. Y allí será el encuentro con el Señor, y esto será lo hermoso de la muerte, será el encuentro con el Señor, será Él quien venga al encuentro y quien diga: ‘Ven, ven, bendito de mi Padre, ven conmigo'». Por esto hay que prepararse y comprender qué significa la muerte, y para eso planteó fray Paulo López o.s.a. que hay que entender qué significa la vida. «Para nosotros como cristianos la muerte es simplemente un paso, un paso para alcanzar esa vida que se vive con plenitud, por eso que la vida se comprende con la muerte. Pero cuando no se tiene fe, que lo defino siempre como esta fase de no tener esperanza, la muerte es un suplicio, la muerte es la enemiga que me lo quita todo».
Por eso la eutanasia, para algunos, se convierte en la solución porque elimina el dolor con la muerte. Lo primero es «reconocer que el dolor es parte de la vida, reconocer que nosotros no podemos eliminar el dolor», les dijo a los presentes. «Cuando alguno de nuestros familiares sufre dolores que son insoportables, dolores que son increíblemente grandes, antes de pensar en soluciones médicas o terminar con la vida de un paciente, es mejor verlo como un tema de justicia. Nosotros en medicina hoy día tenemos un aparataje, tenemos una cantidad de fármacos, médicos especialistas que pueden ayudar con esos dolores, esa formulación se llama cuidados paliativos. Lo que pasa es que solamente están cubiertos en el sistema de salud para los pacientes oncológicos, pero no para todos y ese es un problema de justicia, no es un tema de comprensión del dolor. Dónde tenemos que trabajar, tenemos que trabajar para que esos cuidados sean para todos y no para algunos», planteó.
Y, continúo, diciendo que no todo es eutanasia para la Iglesia. «Yo puedo renunciar a un tratamiento médico, ya sea porque me provoca terror, es muy costoso o me provoca un dolor insoportable eso no es eutanasia. Una persona que renuncia a un tratamiento de cáncer después de la tercera o cuarta etapa de quimioterapia, es muy digno de renunciar a una terapia porque es muy costoso y la vida se va perdiendo y no se disfruta el último tiempo de vida con la familia, eso no sería eutanasia. No sería eutanasia cuando en última instancia cuando yo, inclusive acortando los días de vida, el médico y los familiares deciden que le van a dar al paciente una dosis alta de medicamentos para evitar el dolor, aunque eso acorte los días de vida, eso tampoco sería un acto eutanásico. Tampoco lo serían los cuidados paliativos, es decir, terapias que sin resolver el cuadro de la enfermedad ayudan a que la persona viva bien el último tiempo de vida. Por lo tanto, el espectro que el cristiano tiene en la actuación ante la muerte médicamente hablando es muy grande. El problema es que la eutanasia lo único que busca es la cura del dolor a través de la muerte y eso no lo podemos permitir», aclaró.
Les compartió a los asistentes una historia personal. El jefe de mi papá me pidió que lo ayudará a morir. Y así lo hizo. Lo primero fue plantearle que debía cerrar ciclos, conversar y enfrentar todo lo pendiente por crudo que eso sea. Y así, empezó con su mujer contó. Al finalizar esa etapa, empezó el tiempo de agradecer. Y así lo hizo. Antes de morir reunió a toda su familia, con nietos incluidos y compartieron felices. En esa misa de funeral nadie lloró porque no había nada pendiente.
El diácono Fernando Salas presente le hizo mucho sentido lo escuchado y recordó cuando un amigo muy querido estaba muriendo. Si hubiese tenido las herramientas que hoy obtuve de la conferencia lo podría haber ayudado, comenta. «Me faltó justamente lo que planteó el padre hoy, haberlo llevado por un camino de que, si él necesitaba, yo no me di cuenta, el perdón de alguien o él perdonar a alguien, eso no me di cuenta. Hablé de sus dolores, pero no de la necesidad que él podía haber tenido de pedir perdón, no me di cuenta».
Ley de Eutanasia en Chile
En el último año se ha hablado mucho de la Ley de Eutanasia. En agosto pasado la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó un proyecto para ser discutido en la Sala. Por lo que hay que informarse y hablarlo en familia cree el delegado José Manuel Borgoño. «El tema de la eutanasia no es sólo un tema científico solamente, sino que también influye en la familia, y para poder hablar de las cosas que nos pasan en la familia tenemos que informarnos más profundamente ya que, sino quedamos sumergidos en la propaganda, en lo que los medios nos quieren decir. La única manera de formarse una opinión que sea conforme a nuestra fe pero informada, comprendida por la razón, para que de esa forma pueda ser explicitada, defendida sin fanatismo sino con la verdad es necesario formarse. Por eso hicimos está conferencia y vamos hacer muchas otras de manera de informar a nuestros agentes pastorales».
Fray Paulo López o.s.a. comentó que la propuesta de ley más avanzada hasta ahora dice que: la persona a la que se le haya diagnosticado una enfermedad incurable y progresivamente letal, que le cause un padecimiento físicamente insoportable podrá de manera excepcional solicitar que se le ponga término a su vida a un médico de su confianza, esta decisión es personal e indelegable. «Fíjense que la definición dice ´enfermedad incurable y progresivamente letal´, yo tengo asma, mi enfermedad es incurable y progresivamente letal». Los hipertensos, los diabéticos, los pacientes con depresión endógena y muchos más caen en esa descripción. «El marco legal es tan amplio que todos los que estamos aquí podríamos solicitar a un médico una eutanasia», dijo.
Concluyó motivando a que hay que dejar la apatía, «como cristianos somos luz de esperanza» dijo. «El tema de la eutanasia es de justicia, nosotros como cristianos no alzamos nuestra voz en estos temas, sino que a veces preferimos el silencio. Decir que no a la eutanasia es una verdad de fe, igual que decir que no al aborto».
Iglesia de Santiago