Porque fue varón justo, le amó el Señor, y dio el ciento por uno su labor.
El alba mensajera del sol de alegre brillo conoce este martillo que suena en la madera. La mano carpintera madruga a su quehacer, y hay gracia antes que el sol en el taller.
Cabeza de tu casa del que el Señor se fía, por la carpintería la gloria entera pasa. Tu mano se acompasa con Dios en la labor, y alargas tu la mano del Señor.
Y, pues que el mundo entero te mira y se pregunta, di tú como se junta ser santo y carpintero, la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso el pan.
(Lit. Horas. Himno Laudes)